jueves, 27 de junio de 2013

Mis palabras son el balbuceo de mi ser. Me mezco con el viento siempre del sur, No para caerme sino para volar. 
Existes donde no llego a precipitarme. 
Aquí donde las rosas nunca se marchitan, ni se congelan, ni perduran en la distancia porque no hay nada ajeno. 
Te amo como lo hice sin conocerte, y te querré así hasta que muera. 
La eternidad ya no es promesa. 
Las promesas ya no valen. 
Ya nada vale, salvo nosotros. 

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